1901. Enrique Granados funda en Barcelona una Academia para la formación y el perfeccionamiento de pianistas. Su propósito es poder transmitir su arte, especialmente en pulsación y en uso del pedal, técnica que le permitía conseguir esa sonoridad y ese estilo tan especial que le caracterizan. En estas fechas, nos encontramos con el Granados más romántico, influido por su amor hacia las obras de Chopin, Schumann, incluso Liszt y César Franck.
A las clases de piano que impartía en su Academia, asistían, en su mayoría, jovencitas dispuestas a aprender o a cumplir con su estatus social. Entre ellas, la bella María Oliveró, a la que dedica la obra que nos ocupa. “Las escenas románticas”.
A las clases de piano que impartía en su Academia, asistían, en su mayoría, jovencitas dispuestas a aprender o a cumplir con su estatus social. Entre ellas, la bella María Oliveró, a la que dedica la obra que nos ocupa. “Las escenas románticas”.
Escenas Románticas
1.- Mazurca. 2.- Recitativo y Berceuse. 3.- El poeta y el ruiseñor.
Alicia de Larrocha, piano.
Estamos ante uno de los ciclos más bellos, representativos y personales de cuantos llevan la firma de Enrique Granados. El primer número es una Mazurca melancólica, nostálgica, en la que su variedad afectiva, su elasticidad, el balanceo de la frase y la movilidad armónica, son las cualidades que la caracterizan. Continúan estas escenas con un Recitativo, donde su halo de tristeza, nos evoca el sonido de algún instrumento pastoril. La Berceuse con la que enlaza conmueve por su ternura. En el número sucesivo no hay título sino unos asteriscos, aunque el propio Granados utilizaba como expresión para designarlo El poeta y el ruiseñor. No faltó quien, amigo íntimo, lo aceptó con un cierto matiz: «Bien. Pero un ruiseñor con faldas y nombre de mujer», porque hay mucho amor dentro. La frase es larga, apasionada, bellísima…
Escenas Románticas
4.- Allegretto (pequeña danza). 5.- Allegro appassionato. 6.- Epílogo (Andante spianato).
Alicia de Larrocha, piano.
Melancólico, de plácida sonrisa, es el brevísimo Allegretto con carácter de mazurca romántica. El Allegro appassionato nos recuerda, quizá, a la música de Schumann. Aquí, el romanticismo se desgrama y se filtra nota a nota; pasión y virtuosismo que desemboca en un dulce recitativo final que lo une al delicioso Epílogo, página esta de extrema poesía e inspiración.
Las escenas románticas, nunca se interpretaron en público en vida del compositor. Amparo, su mujer, llegó a conocer el significado de la música contenida en ellas y le prohibió que volviera a tocar esta obra.
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