Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.
Este cántico de Simeón, extraído del Evangelio de San Lucas y que, como quinto movimiento, figura en la obra que nos ocupa, fue interpretado por el Coro de Cámara de Moscú, dirigido por Georges Gachot y, por petición propia del propio Serguéi Rajmáninov, cantado en su funeral.
Para entender las Vísperas, Op. 37 de Rajmáninov, habría que remontarse a las rutas ancestrales que la música eclesiástica llevaban a Bizancio, a los Padres Griegos y a conectar, al fin, con los mismos elementos que en Occidente dieron origen al gregoriano, a las primeras polifonías, a los primeros sistemas de notación. Durante los siglos que tardó la cristianización de las tierras eslavas, floreció un arte vocal que, en el canto llano, se denominó “canto znamenny”, llamado así por los signos inamena inventados para escribirlo; en él se preservaron los melismas con que la voz alarga las sílabas, tradición oriental que en Occidente había sido contenida por la exactitud del latín. El znamenny absorbió también la influencia folklórica y cuando Rajmáninov compuso sus Vísperas, no sólo usó entonaciones tradicionales de este canto sino incluso escribió lo que él mismo llamaba «falsificaciones conscientes», que armonizan perfectamente con las demás.
Vísperas, Op. 37
Olga Borusene, soprano.
Yuri Korinnyk, Mykhaylo Tyshchenko, tenores.
The National Academic Choir of Ukraine ‘Dumka’
Yevhen Savchuk, director.
Rajmáninov, conoció en sus años de estudiante a Stepan Vasílievich Smolensky, Catedrático entonces de Música Sacra en el Conservatorio de Moscú y director de la Escuela Sinodal de Canto Eclesiástico de la capital rusa. El profesor Smolensky, había acudido personalmente a las fuentes vivas de la música religiosa, repasando manuscritos y prácticas interpretativas en desuso. Este conocimiento, facilitó que, en apenas dos semanas, a principios de 1915, Rajmáninov compusiera sus Vísperas, uno de los mayores logros de la edad dorada de la música sacra ortodoxa rusa y, junto con “Las Campanas", una de las dos obras favoritas del compositor. Estrenada la noche del sábado 10 de marzo de 1915 del calendario juliano, tuvo un éxito tan arrollador, que hubo que volver a interpretarla cinco veces más durante el mes siguiente.
Rajmáninov, pues, tomó como punto de partida una serie de melodías o cantos propios de la liturgia ortodoxa, cantos de tipo znamenny´, en los números 7, 8, 9, 12, 13 y 14, cantos de tipo Griego, en los números 2 y 15, y finalmente cantos de tipo Kiev en los números 4 y 5, un estilo que refleja la influencia que tuvo Ucrania durante un tiempo en el seno de la Iglesia Ortodoxa.
Disfrutemos con las maravillosas melodías que encierran estas sublimes piezas. Cerremos los ojos y, a través de sus sonoridades, quizá podamos llegar a evocar la infancia del entonces niño Serguéi, asistiendo, conducido por las manos amorosas de su abuela, a los oficios religiosos de su ciudad natal. Soñemos…
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