Londres, 6 de noviembre de 1930. En el Wigmore Hall, con Mary Harrison, la dedicataria de la obra, al violín y Arnold Bax al piano, va a tener lugar la "premiere" de la Sonata número tres de Frederick Delius.
Delius escribió cuatro sonatas para violín y piano. La primera de ellas fue rechazada por el autor, datada en 1892, por considerarla demasiado inmadura. Las otras tres, serían compuestas a lo largo de un cuarto de siglo, es decir, en relación a sus obras más conocidas, entre A Mass of Life y A Song of Summer.
Nacido en Bradford un 29 de enero de 1862, Frederick Delius pasó gran parte de su vida fuera de Inglaterra. Primero en Florida, adonde consiguió que le enviara su padre en 1884, más que para trabajar en los negocios familiares para sentirse libre e independiente. Tras formarse musicalmente en Jacksonville con Thomas Ward, regresaría a Europa para estudiar en el Conservatorio de Leipzig con Reinecke y Grieg, siendo finalmente el compositor noruego quien logró convencer a su progenitor para que consintiera que su hijo se dedicara profesionalmente a la música. Luego se trasladaría a París, donde frecuentaría los círculos de Gauguin, Strindberg y Munch. En 1896 conoció a la que sería su mujer, entonces una estudiante de pintura, Jelka Rosen, y poco después los dos se instalarían en Grez-sur-Loing, cerca de París, en la casa que sería ya para siempre su casi retiro del mundo hasta su muerte, acaecida el 10 de junio de 1934.
La Sonata n°3, se abre con un movimiento marcado Slow (Lento), una curiosidad en una composición de este género. Una breve introducción del piano abre la obra, sobre la que el violín introduce el primer tema, lírico y cálido, sobre su registro agudo. Tras un interludio a cargo del piano, el violín expone el segundo tema, en la misma línea expresiva. Ambos temas se desarrollan de una forma, a la vez y si cabe, ordenada y rapsódica, con el violín como protagonista casi absoluto hasta el final.
La Sonata n°3, se abre con un movimiento marcado Slow (Lento), una curiosidad en una composición de este género. Una breve introducción del piano abre la obra, sobre la que el violín introduce el primer tema, lírico y cálido, sobre su registro agudo. Tras un interludio a cargo del piano, el violín expone el segundo tema, en la misma línea expresiva. Ambos temas se desarrollan de una forma, a la vez y si cabe, ordenada y rapsódica, con el violín como protagonista casi absoluto hasta el final.
Sonata nº 3 para violín y piano_I. Slow.
Galina Heifetz, violín. Allen Wehr, piano.
El Andante, scherzando, se define a sí mismo en el control de un tempo que parece querer escaparse ... En realidad el verdadero Andante se encuentra en el episodio a modo de trío que expone el piano y retoma su compañero antes de volver al motivo que abría el movimiento.
Sonata nº 3 para violín y piano_II. Andante Scherzando.
Galina Heifetz, violín. Allen Wehr, piano.
Finaliza la obra con un Lento, quedando así perfectamente simétrica. El inicio del piano prepara la entrada del violín con un motivo ascendente al que sigue un episodio, más agitado y marcado en el que, al lirismo inicial, le sucede una cierta tensión. Vuelve la calma con un nuevo tema. El piano adquiere mayor protagonismo, enfatiza y subraya los meandros por los que se mueve el violín y, tras llegar a la cima expresiva del movimiento, los dos se dirigen hacia un final que recupera el clima con el que se abría este.
Para Delius, la expresión musical fue cada vez más un reflejo de la intimidad, del estado del alma. Sus últimos años, estuvieron atravesados por la enfermedad que le sobrevino como consecuencia de la sífilis adquirida, probablemente, en los años de Florida. Ciego y paralítico, delgado hasta el extremo, las fotografías del último Delius en la silla de ruedas, siempre con su amanuense Eric Fenby al lado, son un testimonio ciertamente impresionante.
Sonata nº 3 para violín y piano_III. Lento.
Galina Heifetz, violín. Allen Wehr, piano.
Para Delius, la expresión musical fue cada vez más un reflejo de la intimidad, del estado del alma. Sus últimos años, estuvieron atravesados por la enfermedad que le sobrevino como consecuencia de la sífilis adquirida, probablemente, en los años de Florida. Ciego y paralítico, delgado hasta el extremo, las fotografías del último Delius en la silla de ruedas, siempre con su amanuense Eric Fenby al lado, son un testimonio ciertamente impresionante.
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