París, 21 de enero de 1817. En la basílica de Saint Denis va a tener lugar el estreno de una obra, que va a suponer un hito en el devenir de ese género dentro del periodo romántico. Se trata del Réquiem en Do menor de Luigi Cherubini. Su estructura y estilo, van a marcar la pauta para dos generaciones de compositores y va a anticipar las obras que, dentro del mismo estilo, acabarían componiendo Berlioz, Brahms y el propio Verdi.
Para conocer el origen de esta composición, hemos de trasladarnos a 1789. En ese año, que marcaría el comienzo de la Revolución Francesa, Cherubini fue nombrado director de una nueva compañía de ópera promovida por el entonces conde de Provenza, hermano del malogrado Luis XVI y que, con el devenir del tiempo, llegaría a convertirse en rey de Francia bajo el nombre de Luis XVIII. El movimiento revolucionario, que terminaría teniendo a la cabeza a un emperador, Napoleón I, se extendió hasta 1814, dos años después Luis XVIII instauraría la nueva monarquía, esta vez constitucional. Sería este monarca el que consideraría justo hacer un homenaje al único rey que fue decapitado en la revolución, siendo así que encargó a Luigi Cherubini para que compusiera, en honor y recuerdo de su hermano, el decapitado Luis XVI, una misa de difuntos.
Réquiem en Do menor
Orchestra Giovanile “Luigi Cherubini”
Riccardo Muti, director.
Escrito pues, y estrenado en memoria de Luis XVI, el primero de los dos Réquiem que compuso el músico italiano, consta de siete movimientos a los que el propio Cherubini le añadiría, cuatro años más tarde, una marcha fúnebre y un motete, que no suelen interpretarse.
El siglo XIX asistió, con este Réquiem, a la transformación de este género, que, tratándose eminentemente de una pieza de culto, pasó a convertirse en una de concierto; permitiendo así, que elementos musicales profanos se introdujeran en la composición de este tipo de obras.
Escuchemos con veneración este Réquiem al que Beethoven profesaba tal admiración, que llegó a declarar que si alguna vez componía una obra similar, tomaría, sin duda, el de Cherubini como modelo.
Riccardo Muti (Nápoles, 28 de julio de 1941 - )
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