“Los nocturnos en los cuales ha puesto Chopin lo más claro de su genio, subsisten hasta el día de hoy como modelos de elegancia y de tristeza novelesca sin afectación. Son, por añadidura, páginas elocuentes de su vida; son verdaderos poemas de la noche, ora tranquilos cual la plateada luz de la luna, ora obscurecidos por las nubes que cubren el horizonte y el corazón del poeta, ora interrumpidos por algún drama sangriento, por el eco de alguna terrible balada”
Sirvan estas palabras de Jan Kleczyński, como introducción a los Nocturnos que hoy os traigo.
Compuestos entre 1836 y 1837, los dos nocturnos Op. 32 fueron publicados en Leipzig en 1837. La edición de Londres los tituló “II lamento e la consolazione” y están dedicados a su alumna, la baronesa Billing.
Nocturnos Op. 32
Vladímir Áshkenazi, piano.
El primero de ellos, escrito en la tonalidad de Si mayor, posee unos refinamientos armónicos exquisitos. Una melodía de ensueño, tierna y florida que acaba en un brusco recitado que nos devuelve a las miserias terrenales. No puede ser mayor el contraste.
Nocturnos Op. 32
Arthur Rubinstein, piano.
El segundo de los nocturnos, en La bemol mayor y en forma tripartita como una romanza, cuenta con una parte central más agitada y dramática.
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