Esta obra desconcertó a cuantos estaban acostumbrados a mi anterior manera de componer.
Es la confesión de Maurice Ravel, referida a sus “Miroirs” (Espejos) (1904-1905).
Estrenada por Ricardo Viñes en la Sala Erard de París el 6 de junio de 1908, esta suite de cinco piezas para piano abre una nueva etapa en la música de Ravel, rompiendo de plano con las anteriores ataduras académicas. Una bocanada de aire puro, lejos ya del formulismo escolástico y que va a resumir todos sus precedentes ensayos armónicos, sembrando un fecundo campo musical que va a florecer en los tres años posteriores, dentro de su producción.
En Miroirs, Ravel sigue dentro de la línea virtuosística y de la técnica de Jeux d'eau. Cada una de los movimientos está dedicado a uno de sus amigos, cinco miembros del grupo artístico vanguardista "Les Apaches", grupo de jóvenes artistas con los que Ravel tuvo contacto en el año 1900.
"Miroirs"
Walter Wilhelm Gieseking, piano.
El primer número, Noctuelles ("Polillas"), está dedicado a Léon-Paul Fargue. Comienza con una serie cromática, que evoca el vuelo de estos animales nocturnos. La sección central es más calmada con melodías ricas y acordes.
Oiseaux tristes ("Pájaros tristes"), dedicada a Ricardo Viñes, es la pieza más corta de la serie, donde se evoca a un pájaro solitario silbando una triste melodía, al que se le unen después otros pájaros, participando de una verdadera polifonía. "Los pájaros perdidos en un oscuro bosque durante las horas más calurosas del verano", en palabras del propio Ravel.
"Une barque sur l'océan"
Montreal Symphony Orchestra.
Charles Dutoit, director.
En el tercer número, Une barque sur l'océan ("Una barca en el océano"), escuchamos a un barco que navega sobre las olas del océano. Las secciones arpegiadas y las melodías imitan el fluido de las corrientes oceánicas. Está dedicada a Paul Sordes.
"Alborada del gracioso"
London Symphony Orchestra.
Claudio Abbado, director.
Es el turno de “Alborada del gracioso”. Danzas populares españolas en complejas melodías, con sugerencias de sones de guitarras, está dedicada a Michel-Dimitri Calvocoressi.
La vallée des cloches ("El valle de las campanas"), es el último número de esta Suite. Dedicada a Maurice Delage, alumno que fuera de Ravel, el sonido de las campanas de una iglesia, nos transporta a un clima de ensueño a la vez místico y voluptuoso, mediante un sutil uso de armonías sonoras.
Dos de las piezas de la Suite, en concreto Une barque sur l'océan y la Alborada del gracioso serán orquestadas por el propio Ravel en 1906 y 1918 respectivamente.
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