El 22 de abril de 1714 es el día destinado por Bach para estrenar su cantata Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen, que con número de catálogo BWV 12, es la segunda de las escritas por el Maestro después de ser nombrado Konzertmeister de la corte de Weimar.
Estas Lágrimas, lamentos, tormentos y dudas, a pesar del título, es destinada para celebrar una de las fiestas más jubilosas de la Iglesia, la del tercer domingo después de Pascua en memoria de la Resurrección de Cristo. El texto, atribuido a Salomo Franck, está basado en los versículos 16 al 23 del capítulo 16 del Evangelio de San Juan, cuyas ideas, de ahí la justificación del día elegido para su estreno, son el paso de la tristeza, ocasionada por la partida de Jesús, a la alegría por su regreso. Para expresar con música estos sentimientos, Bach utiliza la teoría barroca de los afectos, en los que por medio de los cromatismos y los diseños descendentes, se describe la partida, siendo el diatonismo y los dibujos ascendentes, los utilizados para describir el reencuentro.
"Cantata BWV 12_Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen"
King's College Choir Cambridge.
La Petite Bande.
Sigisvald Kuijken, director.
Sigisvald Kuijken, director.
La cantata consta de siete movimientos. La sinfonía, escrita para oboe y cuerdas, con un fagot que dobla al continuo, es un "adagio assai" que se presenta separada por completo de la entrada del coro, creando con sus progresiones ascendentes y descendentes un clima de auténtica ansiedad. Esta sinfonía, conduce al primer coro, un esbozo del "Crucifixus" de la maravillosa Misa en si menor.
El breve recitativo de la contralto es acompañado por las cuerdas. Las palabras del texto son la del Apostol San Pablo a sus discípulos: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de los cielos". Cuando la contralto declama la parte final del versículo, el primer violín dibuja una gama ascendente que hemos de entender como el ascenso del hombre a una esfera superior.
Se avanza en las tres arias consecutivas de acuerdo con el plan temático de la obra; cuando el bajo dice en la suya "sigo los pasos de Cristo", las cuerdas imitan a la voz, indicando que la humanidad tomará ese camino. En el sexto número, el coral de cierre, una quinta voz instrumental, encomendada a la trompeta, se añade a las cuatro vocales; tiene el cometido de tocar las notas del coral "Jesu, meine Freude", resaltando así el simbolismo triunfante.
El coral conclusivo, construido con la sencillez habitual de esos movimientos, adquiere sin embargo un brillo particular mediante la adición de una voz superior independiente e instrumental, dando como resultado una solemne polifonía a cinco voces.
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