“He compuesto una colección de Goyescas de gran vuelo y dificultad. Son el pago de mis esfuerzos por llegar. Dicen que he llegado. Por fin encontré mi personalidad. Me enamoré de la psicología de Goya y su paleta; de su maja señora; de su Maja aristocrática; de él y de la duquesa de Alba; de sus pendencias, amores y requiebros; aquel blanco rosa de las mejillas, contrastando con las blondas y terciopelo negro con alamares; aquellos cuerpos de cinturas cimbreantes, manos de nácar y carmín, posadas sobre azabaches, me han trastornado.”
En esta carta dirigida por Enrique Granados a Joaquín Malats en 1910, escrita un año antes del estreno de esta maravilla compositiva que es “Goyescas”, el Maestro explica el fundamento de una obra que va a marcar el culmen de su trayectoria musical y, junto a la "Iberia" de Albéniz, van a suponer un hito en la historia del pianismo español.
Granados disfruta con la creación de esta composición que posee una frescura espontánea; todo surge con facilidad en su mente prodigiosa. Él mismo confesará refiriéndose a su obra: “He tenido la dicha de encontrar algo grande. Goyescas es un obra para siempre. Soy un convencido.”
Goyescas se distribuye en dos cuadernos y un número independiente, "El pelele". El tratamiento pianístico es de máxima madurez, recogiendo el fruto de experiencias y trabajos anteriores, depurando las calidades y consiguiendo la mayor flexibilidad en las frases libres, originalidad en las curvas melódicas, encanto en el fondo armónico. Y poesía. Poesía a borbotones.
Granados estrenó el primer cuaderno el 11 de marzo de 1911 en el Palau de la Música Catalana de Barcelona. El segundo cuaderno vio la luz en diciembre del mismo año y fue estrenado en París el 4 de abril de 1914, en la sala Pleyel.
Goyescas_Los Majos Enamorados
Thomas Rajna, piano.
Refiriéndose a esta obra, Manuel de Falla diría: “No olvidaré jamás mi lectura de la primera parte de Goyescas; aquellas frases tonadillescas traducidas con tal sensibilidad; la elegancia de ciertos giros melódicos, unas veces impregnados de ingenua melancolía, otros de alegre espontaneidad, pero distinguidos y sobre todo evocadores, como si expresaran visiones interiores del artista.
Granados se dirige de nuevo a Malats: “De mis Goyescas tendrás el primer ejemplar. Están dedicadas a hombres ilustres; una para ti...”. Todas las piezas, pues tienen sus dedicatarios, todos destacados pianistas de la época, excepto las "Quejas o La maja y el ruiseñor" que está dedicada a su esposa Amparo. Los destinatarios músicos son Emil Sauer, Edouard Risler, Ricardo Viñes, Harold Bauer y Alfred Cortot.
Finalizo con un comentario que hizo Joaquín Turina, con ocasión de la muerte de Granados: “Nuestro padre Albéniz nos mostraba el camino que habíamos de seguir. Granados comprendió que había llegado su hora y se lanzó por aquel camino, pero adaptándolo a su temperamento de soñador, para lo cual se colocó en los comienzos del siglo XIX."
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