"Ninguna obra de Johannes me ha fascinado tan profundamente como esta sonata. Hacía mucho tiempo que no sentía semejante felicidad". Quien así se expresa es Clara Shumann al referirse a la que se trata de la más breve de las tres sonatas para violín de Johannes Brahms.
Creada en el verano de 1886, en la localidad de Hofstetten, durante unas vacaciones en esta plácida localidad ubicada a orillas del lago suizo de Thun, lo que dio pie a que fuera denominada en ocasiones como "Thuner-Sonate", la Sonata n.º 2 en La mayor, Op. 100 de Brahms fue estrenada el 2 de diciembre de 1886, en Viena, interpretada al violín por Joseph Hellmesberger y acompañado al piano por el propio compositor. La publicación tendría lugar un año más tarde, editada por Simrock.
Sonata para violín y piano nº 2 en La mayor, Op. 100
1.- Allegro amabile. 2.- Andante tranquillo en Fa mayor. Vivace en Re menor.
3.-Allegretto grazioso (quasi Andante).
Itzhak Perlman, violín.
Daniel Barenboim, piano.
El primer movimiento -Allegro amabile; 3/4- transcurre en la luminosa tonalidad de La mayor y sus tres pilares temáticos aparecen organizados de acuerdo a la tradicional forma sonata.
El carácter ingrávido del Andante tranquillo (Fa mayor; 2/4) que abre el movimiento central establece una atmósfera de reposo y contemplación. El violín canta con dulzura una suave melodía que luego recoge el teclado. El idílico ambiente, de resonancias pastorales, es interrumpido por la aparición de la contrastada segunda sección del movimiento, un Vivace (Re menor; ¾) que esconde en sus pentagramas un caprichoso scherzo. El "sueño del poeta" retorna con la reexposición del Andante inicial, ahora en Re mayor.
El Allegretto grazioso (quasi Andante) con el que concluye la sonata consta de tres secciones, para las que Brahms vuelve a recurrir, como en el primer movimiento, a la rica fuente temática de sus propios lieder. El ambiente sosegado y plácido se impone definitivamente a lo largo de una suerte de moderado rondó en 2/2 que se expande sobre la tonalidad de La mayor. Un final feliz, coronado por una escueta coda de 13 compases que se deleita en el apacible sentimiento que rezuma toda la obra.
Si a la primera de las sonatas la llamamos "La Sonata de la lluvia", esta, bien podríamos bautizarla como "La Sonata apacible".
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