Leipzig 1789. Mozart se encuentra en la ciudad para conocer la vida musical de la que fuera el hogar final de Johann Sebastian Bach. Durante una hora, Mozart toca el órgano de la Iglesia de Santo Tomás, ese mismo órgano que, día tras día, tocara nuestro amado Bach. Transcribo, por su interés, la memoria que dejó escrita de esta visita Johann Friedrich Rochlitz: "Por iniciativa del entonces Cantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, el difunto Doles, el coro sorprendió a Mozart con la interpretación del motete para doble coro: "Singet dem Herrm ein neues Lied" del patriarca de la música alemana, Sebastián Bach. Mozart conocía a este Durero de la música alemana más de oídas que por sus obras, que rara vez se escuchan ahora. Apenas había entonado el coro unos compases, cuando Mozart se quedó asombrado. Tras unos compases más, gritó: ¿qué es esto?, y parecía estar escuchando con toda su alma. Cuando hubo terminado el canto, exclamó lleno de alegría: ¡Al fin algo de lo que se puede aprender! Se le explicó que aquella escuela, en la que había sido Cantor Sebastián Bach, poseía la colección completa de sus motetes y los conservaba como una especie de reliquia. Eso está muy bien, así debe ser - y exclamó - ¡enséñenmelos! Pero no había ninguna partitura de esos cantos; hizo, pues, que le entregasen las voces escritas y entonces fue un deleite para este silencioso observador ver cuán aplicado se sentaba Mozart, con todas las voces de su alrededor, en ambas manos, sobre las rodillas, en las sillas cercanas, y, olvidándose de todo lo demás, no se levantó antes de haber examinado todo cuanto allí había de Sebastián Bach. Solicitó una copia, que tuvo en muy alta estima, y - si no me equivoco mucho - al conocedor de las composiciones de Bach y del Requiem de Mozart (de éste en particular), especialmente de la gran fuga del Christie Eleison, no se le escapará el estudio, la valoración y la absoluta comprensión del espíritu del aquel viejo contrapuntista en el espíritu de Mozart, tan receptivo a todo".
El motete que sorprendió de tal manera al divino Mozart, es el catalogado como BWV 225 “Singet dem Herrm ein neues Lied" (Cantad al Señor un canto nuevo) y que, de los motetes conocidos, es el único que se aparta de las funciones fúnebres que tienen todos los demás. Se cree que Bach lo habría compuesto en 1727 como música para el Año Nuevo, o bien para el aniversario de Augusto de Sajonia, que ese mismo año, habría salido de una enfermedad.
Singet dem Herrm ein neues Lied BWV 225
Collegium Vocale Gent.
Philippe Herreweghe, director.
Este elaborado motete, se distribuye en tres movimientos; el primero de ellos, que sigue el principio del preludio y fuga, utiliza como texto los versículos del 1 al 3 del Salmo 149, un salmo de victoria que exterioriza la alegría del pueblo que, con espadas, cítaras y panderos, danza, canta y alaba a Yahvé agradeciéndole la victoria militar conseguida:
1. Coro I – II (Salmo 159, 1-3)
Singet dem Herrn ein neues Lied, die
Gemeine der Heiligen sollen ihn loben.
Israel freue sich des, der ihn gemacht hat.
Die Kinder Zion sei’n fröhlich über ihrem
Könige. Sie sollen loben seinem Namen
im Reigen, mit Pauken und Harfen sollen
sie ihm spielen.
1. Coro I – II (Salmo 159, 1-3)
Cantad al Señor un cántico nuevo, alabadle
en la congregación de los santos.
Alégrese Israel en su creador. Los hijos
de Sión se congratulen de su Rey. Alaben
su nombre con danzas, entonen salmos
tocando con cítaras y panderos.
En el segundo y tercer movimiento, dos coros dialogan entre sí hasta que se unen, en una fuga real a cuatro voces, entonando el “Aleluya”:
2. Choral - Aria (J. Gramman 1535):
Wie sich ein Vat’r erbarmet,
Gott, nim dich ferner unser an.
ub’r seine junge Kinderlein,
so thut der Herr uns allen
so wir ihn Kindlich fürchten rein.
Er kennt das arm Gemächte,
Gott weiss, wir sind nur Staub.
Denn ohne dich ist nichts getan
Mit allen unsern Sachen.
Gleich wie das Gras von Rechen,
Gott, nimm dich ferner unser an.
ein’ Blum und fallend Laub.
Der Wind nur drüber wehet,
Gott, nimm dich ferner unser an,
so ist es nicht mehr da.
Drum sei du unser Schirm und Licht,
und trügt uns unsre Hoffnung nicht, so
wirst du’s ferner machen.
Also der Mench vergehet,
sein End’ das ist ihm nah’.
Wohl dem, der sich nur steif und fest
auf dich
und deine Huld verlässt.
2. Coral – Aria (J. Gramman 1535):
Como un padre se apiada,
Dios, sostennos eternamente.
de sus pequeños hijos,
así hace el Señor con todos nosotros
si como niños, temerosos le tratamos.
Él conoce nuestras pobres fuerzas,
Sabe que no somos más que polvo.
Pues sin ti ninguno
de nuestros propósitos es posible.
Igual que la hierba que se rastrilla,
Dios, sostennos eternamente.
una flor, una hoja que caen.
El viento sólo ha de soplar,
Dios, sostennos eternamente,
y nada queda.
Por ello, sé tú nuestro protector y
nuestra luz y no nos dejes sin esperanza,
así seguirás ayudándonos.
Así pasa, pues, el hombre,
su fin está próximo.
Feliz el que firme e inquebrantable
confía en ti
y en tu gracia.
3. Coro I - II (Salmo 150, 2)
Lobet den Herrn in seinen Taten,
Lobet ihn in seiner grossen Herrlichkeit.
4. Cori Unisoni (Salmo 150, 6)
Alles was Odem hat, lobe den Herrn.
Haleluja!
3. Coro I – II (Salmo 150, 2):
Alabad al Señor por sus hazañas,
alabadle en toda su grandeza.
4. Coros Unisonos (Salmo 150, 6):
Todo cuanto respira alabe al Señor,
¡Aleluya!
Dejémonos conmover con esta sublime obra y dejadme terminar esta entrada, con la emocionada exclamación que pronunciara el divino Mozart; el hombre que, ya en esas fechas, había logrado alcanzar el culmen de la Música: ¡Al fin algo de lo que se puede aprender!
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