30 oct 2025

El Alma de Jachaturián

En 1946, la Unión Soviética emerge de las cenizas de la guerra con una mezcla de orgullo y dolor. Las cicatrices del conflicto aún se sienten en las calles de Moscú, en los rostros de los soldados, en los silencios de las familias... En ese clima de reconstrucción y vigilancia ideológica, Aram Jachaturián, el compositor armenio que había conquistado los teatros con sus ballets Gayaneh y Spartacus, escribe una obra distinta: un concierto para violonchelo, el último de una trilogía dedicada a los miembros del célebre trío soviético formado por Lev Oborin (piano), David Oistrakh (violín) y Sviatoslav Knushevitsky (violonchelo).
Aunque fue el último en ser compuesto, el Concierto para violonchelo en Mi menor, Op. 75 había sido el primero que Jachaturián soñó escribir, cuando aún era estudiante de violonchelo en el Instituto Gnessin. Pero la vida lo llevó por otros caminos, y solo después de la guerra retomó ese impulso inicial. La obra fue estrenada el 30 de octubre de 1946 en el Gran Salón del Conservatorio de Moscú, con Knushevitsky como solista y Aleksandr Gauk en la dirección.
El concierto no fue bien recibido por las autoridades. Su tono sombrío, sus pasajes introspectivos, su uso del "Dies Irae" en el primer movimiento, y su falta de melodías “heroicas” lo alejaban del ideal soviético de música optimista y edificante. En 1948, Jachaturián fue denunciado por “formalismo” en el famoso Decreto Zhdánov, junto a Shostakóvich y Prokófiev. Su pecado: haber escrito música que reflejaba el alma, no la propaganda.
La obra está impregnada de ritmos de danza armenios, como el ashoug, y de giros melódicos que evocan el folclore del Cáucaso. Pero más allá de lo técnico, el concierto parece una sinfonía con violonchelo, una meditación sobre la guerra, la pérdida y la esperanza.
Jachaturián, que había sido celebrado por sus colores orquestales y su capacidad para fundir lo oriental con lo clásico, se atrevió aquí a mostrar su lado más íntimo y doloroso. El violonchelo no canta como héroe, sino como testigo. No proclama, sino que recuerda.

Concierto para violonchelo en Mi menor, Op. 75
Christine Walevska, violonchelo.
Orchestre National de Montecarlo.
Eliahu Inbal, director.


Pequeña guía:
1. Allegro moderato
Duración aproximada: 15 minutos
Tonalidad: Mi menor
Inicio: Escucha el ambiente sombrío y dramático. La orquesta establece un tono grave, casi fúnebre.
Tema principal: El violonchelo entra con una melodía amplia, rapsódica, que parece improvisada pero está cuidadosamente construida.
Cadencia: Hay una extensa sección solista donde el violonchelo reflexiona, casi como un monólogo interior.
Motivos: Fíjate en el uso del Dies Irae, un canto gregoriano asociado con la muerte, que aparece como cita simbólica.
Sensación: Tensión emocional, introspección, lucha interna.
2. Andante sostenuto
Duración aproximada: 10 minutos
Tonalidad: La menor
Inicio: El movimiento comienza con una atmósfera nocturna, casi oriental.
Melodía: El violonchelo canta una línea melancólica, con acompañamiento delicado.
Color: Jachaturián usa armonías modales y escalas armenias para crear un paisaje sonoro único.
Sensación: Nostalgia, contemplación, belleza contenida.
3. Allegro a battuta
Duración aproximada: 10 minutos
Tonalidad: Mi menor → Mi mayor (coda)
Inicio: Ritmo marcado, casi de danza. El violonchelo se vuelve más activo, con frases cortas y enérgicas.
Folclore: Ritmos armenios como el ashoug aparecen en la escritura rítmica.
Desarrollo: Hay secciones contrastantes, con momentos de lirismo y otros de impulso rítmico.
Final: La coda se desvanece en el aire, con una resolución ambigua, más reflexiva que triunfal.

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