En 1723, Leipzig era una ciudad luterana profundamente religiosa, donde la música sacra tenía un papel central en la vida espiritual. Bach, al asumir el cargo de Kantor, se comprometió a componer una cantata para cada domingo y festividad religiosa, lo que implicaba una producción musical constante y exigente. En el otoño de 1723, Bach, recién nombrado Kantor, compone una cantata para el 25º domingo después de la Trinidad y que se estrenaría el 14 de noviembre de ese año. El calendario litúrgico le ofrece textos intensos: la primera epístola a los Tesalonicenses y el Evangelio de Mateo, ambos cargados de imágenes del fin de los tiempos, del juicio final, de la abominación desoladora. Bach no los trata como simples lecturas: los convierte en sonido, en advertencia, en clamor.
La Cantata BWV 90, titulada "Es reißet euch ein schrecklich Ende" ("Os espera un fin terrible"), comienza con una aria para tenor que no da tregua. Las notas se precipitan como si el mundo se desgarrara. La palabra "reißet" —arrancar, desgajar— se convierte en gesto musical: saltos abruptos, semicorcheas frenéticas, armonías tensas. Es el caos del juicio, la desesperación del pecador ante el fin inminente, como se describe en Mateo 24:15–28, donde se anuncia la gran tribulación y la venida del Hijo del Hombre.
Pero Bach no se queda en la condena. En los recitativos, introduce la voz de la reflexión. El tenor habla de la misericordia de Dios, de la elección de los fieles. La música se calma, se vuelve contemplativa. Es como si Bach, desde su fe luterana, recordara que el juicio no es solo castigo, sino también promesa de redención, en línea con 1 Tesalonicenses 4:13–18, que consuela a los creyentes con la esperanza de la resurrección y el encuentro con el Señor.
La trompeta irrumpe en la tercera sección, acompañando al bajo en una aria solemne. No es un adorno instrumental: es símbolo. En la tradición bíblica, la trompeta anuncia la venida del Señor, el despertar de los muertos, el inicio del juicio. Bach la usa como voz divina, como eco del arcángel. Su sonido majestuoso y cortante representa al “juez vengador” que extingue la luz de los impíos. Esta imagen se conecta directamente con 1 Tesalonicenses 4:16: "Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo..."
Finalmente, el coral. Una plegaria sencilla, cantada por la comunidad. "Leit uns mit deiner rechten Hand" —Guíanos con tu mano derecha—. La armonía es clara, pero no ingenua. Bach introduce una cadencia engañosa, un giro inesperado, como si dijera: incluso en la oración hay incertidumbre. Pero también hay fe. El texto del coral proviene del himno "Nimm von uns, Herr, du treuer Gott" de Martin Moller, una súplica por protección divina en tiempos de tribulación.
Así, en apenas cinco movimientos, Bach transforma los textos bíblicos en una experiencia espiritual completa. No predica con palabras, sino con música. No ilustra los textos, los interpreta. Y en esa interpretación, el oyente no solo escucha: se enfrenta, se conmueve, se pregunta.
"Cantata BWV 90_Os espera un fin terrible"
The Monteverdi Choir .
The English Baroque Soloists.
John Eliot Gardiner, director.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.