19 may 2017

Espíritu Zíngaro

Johannes Brahms
"Las he concebido para cuatro manos; si las hubiera pensado para orquesta serían diferentes"
Así se expresaba Johannes Brahms en una carta dirigida a su editor Simrock, refiriéndose a sus Danzas Húngaras.
Sería en abril de 1853 cuando Johannes Brahms, con 20 años de edad, inicia una gira de conciertos acompañado por su amigo el violinista húngaro Reményi por toda Alemania..
Este sería el origen de la colección de 21 danzas que, posteriormente, escribiera Brahms entre los años comprendidos entre 1858 y 1869. Durante esta gira, también conocería al gran virtuoso del violín Joseph Joachim que, además de ser el destinatario de su primer concierto para violín y el primero en grabar en 1903 la primera de las Danzas Húngaras sobre el llamado Cilindro de Edison, fue quien le presentaría, en su día, a Robert Schumann.

Danzas Hungaras_Versión piano a cuatro manos
Katia y Marielle Labeque, piano.

Las Danzas Húngaras, en la versión inicial para piano a cuatro manos, obtuvieron un éxito inmediato y fueron publicadas en dos cuadernos las 10 primeras, mientras que las restantes 11 figuraron en otros dos cuadernos, de seis y cinco danzas respectivamente. Sería en 1874 cuando Brahms haría la transcripción para orquesta de las danzas 1, 3 y 10.
Las versiones sinfónicas, debidas a distintos arreglistas, son muy variadas. Joachim transcribió también algunas para violín con permiso de Brahms, quien siempre prefirió sobre todo la original, como se desprende de la carta anteriormente citada.

Danzas Hungaras_Versión Orquestal
Wiener Philharmoniker.
Claudio Abbado, director.

Encontramos en estas danzas, sin ningún atisbo de vulgaridad, todo el espíritu zíngaro, antes que propiamente húngaro. Pese al permanente metro de 2/4 no se advierte monotonía gracias a la habilidad del músico para captar los elementos danzables verbunkos, en particular los conectados con las csardas. Hay alternancia de tempi, bruscos cambios, aceleraciones progresivas, dislocamientos rítmicos, síncopas y, como señala Ménétrier, "apoyaturas y todos los ornamentos vocales esparcidos con profusión".

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