22 sept 2017

Música Desnuda

Erik Satie
Nos encontramos en Honfleur, un pequeño pueblo en el norte de Francia. Es 17 de mayo de 1866, este día, de padre normando católico y madre escocesa anglicana, va a ver la luz por primera vez Erik Satie.
“Nací muy joven en un mundo muy viejo” llegaría a decir de sí mismo.
A los cuatro años de edad, por razones de trabajo del padre, la familia se muda a París. 
Pronto quedaría huérfano de madre y, junto a su hermano Conrad, sería enviado a vivir con sus abuelos, nuevamente a Honfleur. 
Gustave Vinot, un maestro de órgano prendado del gregoriano, fue su primer profesor de música. 
A la muerte de su abuela acaecida en 1878, regresan los hermanos a París. Y a los 12 años, Satie ingresa en el Conservatorio, de ingrato recuerdo y del cual, en carta abierta dirigida al mismo, escribiría: “De niño entré en vuestras clases; mi Espíritu estaba tan tierno que no supisteis entenderlo; y mi paso asombraba a las flores……
“A pesar de mi extremada juventud y mi agilidad deliciosa, con vuestra ininteligencia me hicisteis detestar el Arte grosero que enseñabais; por vuestra dureza inexplicable, me hicisteis despreciaros hace mucho tiempo”.
La primera composición de Satie parece ser un "Allegro" para piano fechado en 1884 en Honfleur en el que utiliza alguna melodía popular. Esta obra estuvo inédita hasta la década de 1970. Las dos siguientes obras, compuestas en 1885 y publicadas en un suplemento de la revista "La musique des Familles", fueron "Valse-Ballet" (que también fue publicado más tarde por su padre como Op. 62) y "Fantaisie-Valse".
En 1887, sin una mísera distinción ni diploma alguno, deja el conservatorio y se instala en Montmartre.

Erik Satie
Reinbert de Leeuw, piano.

La primera visita de Satie a "Le chat noir", cabaret fundado en 1881 por Rodolphe Salis, quien lo anunciaba como el "cabaret más extraordinario del mundo", parece ser que fue una noche a finales de diciembre de 1887. Ese día se estrenaba una obra para sombras chinescas, una adaptación de “La tentación de San Antonio” de Gustave Flaubert. Satie conoció a Rodolphe Salis esa noche y Vital Hocquet, amigo de Satie, le presentó ante Salis como "¡Erik Satie, gymnopedista!", a lo que Salis respondió "¡Qué profesión tan magnífica!". Más tarde, escribiría Satie al respecto de los cabarets: “ El cabaret, cuya mala reputación esta más que consolidada, ha tenido un papel bastante importante en la vida literaria y artística…. Hace tiempo yo estuve también a veces en Le Chat Noir y frecuente mucho L´Auberge de Clou, …,pero a escondidas se entiende. No creo que ir al café sea malo en si; confieso que trabaje mucho allí y creo que los ilustres personajes que fueron allí antes que yo no perdieron el tiempo. Se intercambian en ese lugar ideas que solo pueden ser provechosas”.
Durante los años finales de la década de 1880, Satie se siente atraído por el estilo gótico que inunda París y pasa largas horas en la Catedral de Notre Dame. De aquí nace Ogives, comenzadas en 1886 y publicadas en 1889, cuatro pequeñas piezas para piano en las que encontramos melodías modales, sin línea de separación de compases y armonía, con movimientos paralelos que evoca a la época medieval y al canto gregoriano.
Poco después de su presentación a Salis en Le chait noir, Satie comienza la composición de las Gymnopédies y es contratado como segundo pianista de Le chat noir.
”Nada resulta excesivo para recomendar al auditorio musical esta obra, esencialmente artística, que ha sido acertadamente considerada como una de las más bellas del siglo que ha visto nacer a este desgraciado gentilhombre”
Así se anunciaba en 1888 el estreno en "Le chat noir" de esta obra maestra.
En 1891 se convirtió en el compositor oficial y maestro de capilla de la orden rosacruz, liderada por Joséphin Péladas, componiendo para la misma algunas piezas de inspiración mística como "Salut Drapeau!", "Le Fils des étoiles" y Sonneries de la Rose Croix.
Satie solo estuvo con una mujer en toda su vida, la pintora impresionista Suzanne Valadon, de la que estuvo profundamente enamorado.

Erik Satie
Reinbert de Leeuw, piano.

A los 32 años de edad, Satie se traslada a la periferia parisina, ocupando una habitación sin agua ni calefacción y cuyo suelo es el techo del café donde trabaja: "Las Cuatro Chimeneas". Durante más de diez años, se olvida de la música —Memorias de un amnésico— y se implica en la vida comunitaria del humilde municipio de Arcueil: funda asociaciones, organiza encuentros, colabora con el periódico local, lleva de excursión a los niños de las escuelas. Cumplida la cuarentena, cuando Ravel, Debussy y Stravinski rinden tributo a sus creaciones iniciales, regresa al Conservatorio y estudia durante tres años contrapunto y composición.
En 1920. En la Galería de Arte Barbazagues, Satie presenta su “ Música de Mobiliario”
En una carta a J. Cocteau le escribiría: ”La Música de mobiliario es básicamente industrial. La costumbre, el uso, es hacer música en ocasiones en que la música no tiene nada que hacer…queremos establecer una música que satisfaga las necesidades útiles. El arte no entra en esas necesidades. La Música de mobiliario crea una vibración, no tiene otro objeto; desempeña el mismo papel que la luz, el calor y el confort en todas sus formas”.
Vendrían otras obras, todas rompedoras. Mágníficas. Se cruzarían en su vida incontables artistas que trazaron el retrato de Satie y adivinaron en sus rasgos los del Espíritu Nuevo: Utrillo, Casas, Rusiñol, Zuloaga, Valadon, Derain, Cocteau, Picasso, Picabia, Magritte, Brancusi, Gris (testigo en su procesamiento por difamación de 1917), Braque (quien compró su piano a título póstumo), Man Ray (quien lo definió como «el único músico con ojos»). Tan a gusto se sentía entre todos ellos que llegó a decir: ”He aprendido siempre mucho más de los pintores que de los músicos”.
Se codeó con los músicos más influyentes de su época, como el compositor Claude Debussy o Maurice Ravel. Debussy orquestaría las números 1 y 3 de sus "Gymnopédies".
El 1 de julio de 1925, afectado por la vida de privaciones que había elegido deliberadamente, murió en el hospital de Saint Joseph.
Jean Cocteau diría acerca de la música del Maestro: "La música de Satie va completamente desnuda". 

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