1 de diciembre de 1944. En el Carnegie Hall de Nueva york, con la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección de Serge Kussevitzky, va a estrenarse el Concierto para orquesta de Béla Bartók.
En palabras de su autor: “El título de esta obra casi-orquestal se explica por su tendencia a tratar los instrumentos solistas o los grupos de instrumentos de manera ‘concertante’ o solista".
Tras la muerte de su madre acaecida en 1939 y después de una gira exitosa de conciertos por los Estados Unidos, en 1940, Bartók decide instalarse en América. Si en un principio la suerte le sonrió, al poco tiempo de su llegada fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Columbia y fue, asimismo, contratado por esta institución para realizar diversos trabajos sobre el folclore servo-croata con una retribución económica de tres mil dólares. Sin embargo, debido al estallido de la guerra, la Universidad se quedó sin dinero y Bártok, prácticamente en la miseria.
A partir de entonces, Bartók, comienza a tener problemas de salud. Mientras impartía una conferencia en Harvard, tras desmayarse durante el transcurso de la misma, es diagnosticado de leucemia. Apenas pesa cuarenta kilos, sin dinero, para aliviar esta deplorable situación y por insistencia de Fritz Reiner y Joseph Szigeti, Sergéi Kussevitzky le encargó la obra que nos ocupa y por la que Bartók cobraría mil dólares.
Concierto para Orquesta
1.-.-Introduzione. 2.-Giuoco delle coppie. 3.-.Elegia. 4.- Intermezzo interrotto. 5.- Finale
Munich Philharmonic Orchestra.
Sergiu Celibidache, director.
Béla Bartók, compuso esta obra espectacular, de gran lucimiento y virtuosismo para la orquesta, seguramente influido por el gran nivel de las orquestas americanas de la época. Considerado hoy uno de los baluartes del siglo XX, el Concierto para orquesta, acabó de componerse el 8 de octubre de 1943.
A semejanza de los concerti grossi del siglo XVII, suele oponer un instrumento o un grupo de ellos al resto de la orquesta, explotando todos los recursos tímbricos. La obra, consta de cinco partes que se suceden en el orden vivo-moderado-lento-moderado-vivo y en donde, según palabras del propio Bartók: “Se produce una transición gradual de la austeridad del primer movimiento hasta la afirmación vital del último”.
Dejémonos sorprender por la energía y vitalidad que emanan de esta grandiosa obra, impresiona pensar que fue compuesta por una persona ya enferma, debilitada y que moriría tan sólo dos años más tarde. La música de este Concierto para orquesta, al igual que la imagen de su autor, Béla Bartók, crece y crece en intensidad hasta llegar a su brillantísimo final.
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