"Quizá haya llegado el momento en que la imaginación esté próxima a volver a ejercer los derechos que le corresponden". Así se expresaba André Breton en su Manifiesto del surrealismo, palabra esta que apareció impresa por primera vez en el programa de mano de un espectáculo con música de Erik Satie. El "músico humorista" como le llamaba Georges Auric, representa la huida de las estructuras clásicas. Excéntrico, irónico, pintoresco y enigmático, gustaba definirse con frases como "Todo el mundo dice que no soy músico. Y es correcto". Fue un compositor sin esquemas tradicionales fascinado por la música de Debussy, Ravel y Poulenc.
La antigüedad griega sirve de escenografía imaginaria a estas tres obras para piano compuestas por Erik Satie y publicadas en París en 1888.
El título, Gymnopédies, lo tomó de unas festividades religiosas que tenían lugar en Esparta en honor de Apolo como homenaje a los guerreros muertos en la Batalla de los Campeones y que consistían esencialmente en danzas y ejercicios a cargo de jóvenes, mencionadas por Jenofonte, Platón y por Plutarco en su tratado sobre la música.
Gymnopédies
Bojan Gorisek, piano.
Son estas Gymnopédies tres piezas serenas y aparentemente livianas, etéreas, en compás de 3/4 y con la indicación de tempo lento: “lento y doloroso” la primera, dedicada a Mlle. Jeanne de Bret; “lento y triste” la segunda, dedicada a su hermano Conrad Satie; “lento y grave” la tercera, dedicada a su colega Charles Levadé.
Fueron justamente valoradas por Debussy, que en 1896 abordó la orquestación de la primera y la tercera de ellas. De la primera existe una transcripción para arpa sola a cargo de Erik Satie.
Gymnopédies_Orquestadas por Claude Debussy
Orquesta de Cámara Orpheus.
El 1 de julio de 1925 y tras ciento treinta y dos días de hospital, fallecía de una cirrosis hepática el genial compositor. Al llegar a su último domicilio sus amigos quedaron estupefactos. Allí encontraron más de 100 paraguas, algunos sin usar, más de 7 trajes de terciopelo idénticos, 84 pañuelos, dibujos y textos de valor autobiográfico. Constataron que nunca usó su piano para componer, dado el polvo y las telarañas que lo cubrían. Hallaron composiciones, algunas inéditas, por todos lados, así como innumerables dibujos e inscripciones extrañas, caligrafiadas sobre minúsculas cartulinas. He aquí el universo mental del compositor. Un universo paralelo, donde nunca había permitido acceder a nadie.
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